Prologo de la antología de poesía anarquista en dos tomos. Lanzamiento en junio 2 del 2013 en la Feria del Libro Anarquista en Medellín. Lanzamiento el 19 de junio del 2013 en A seis Manos en Bogotá.
Insumisos, insurrectas,
subversivos, rebeldes, insurgentes,
conspiradoras, revolucionarios,
agitadoras, libertarios,
anarquistas... los ha habido en todas las
culturas y desde tiempos
inmemoriales, incluso, en aquellos lugares
donde el terror ha
campeado poderoso y altivo, instaurando el
prejuicio como su
mejor arma para sostener los anhelados
“equilibrios”. De esos particulares personajes, nos han contado
las mitologías, los
relatos épicos, los tratados históricos, los
textos religiosos, y no
precisamente para exaltarlos o recordarlos
con respeto y dignidad;
por el contrario, para iniciar con ellas la
reseña de los proscritos
y enjuiciar sus actos como entorpecedores
de los imaginados
“paraísos perdidos”.
Estos incómodos sujetos,
aunque aislados espacial y
temporalmente, han permanecido unidos por
su espíritu fervoroso
e inclaudicable. Por supuesto, no todas han
defendido los mismos
ideales ni ejercido las mismas prácticas, ni
tampoco han gozado
de los pequeños triunfos de la memoria – que
en efecto se han
dado – con los cuales se ha logrado fundar una
iconografía de
luchadoras sociales que han rebasado múltiples
fronteras. Pero,
precisamente, porque consideramos que aún hay
muchas voces olvidadas, insistimos en rescatarlas trazando
cartografías a partir
de una particular actividad artística
vinculada con una praxis
ideológica: la poesía anarquista.
Advertimos a quienes
consideran – desde ciertos sectores que
también se reclaman
revolucionarios– que este propósito es
excluyente y
peligrosamente generador de distanciamientos, que no
es ese nuestro
propósito; sin embargo, es apenas natural y oportuno
(debido a los
múltiples intentos de acallarnos y de agraviarnos con
el olvido,
aún por quienes dicen estar combatiendo por un mundo
mejor) que
también los ácratas nos preocupemos por reavivar las
voces
poéticas que nos han alentado y que han resistido ante todo
tipo de
persecuciones.
Y ya que nos hemos
encauzado por tan inquietante sendero,
es preciso hacer unas
acotaciones, puesto que a la dificultad
consabida para realizar
cualquier tipo de antología, se suma el que
no estamos exentos de
operar con tal subjetivismo que nos lleve a
incluir o a obviar a
quienes – “a todas luces” – debieran haber sido
seleccionados o dejado por fuera. Sin embargo, asumimos el reto
de
iniciar esta construcción, ante todo, alentados por la confianza
de
que otros compañeros ayudaran a complementar o a pulir este
trabajo. Lo primero que queremos manifestar es que tratamos de
seleccionar, primordialmente, autoras que se proclamaron como
anarquistas habiendo o no militado en asociaciones de este tipo.
Algunos de ellos,
posteriormente tomarían rumbos diferentes, pero
como no estamos
buscando hacer enjuiciamientos morales, nos
interesa es el espíritu
de su obra en un contexto determinado. En segundo lugar,
consideramos importante incluir poetas con alto reconocimiento dentro
de la lírica mundial, quienes sin militar en
agrupaciones
anarquistas sí tuvieron o tienen una gran afinidad con
sus ideas; y
otros que, quizás sin tener conciencia de dichas ideas,
llevaron
vidas y construyeron obras decididamente libertarias.
Podríamos decir de todas
ellas que eran “anarquistas congénitas”
que exhumaban rebeldía.
Es el caso de Lao Zi, Rosario de Acuña,
Wilde, Rimbaud, Artaud,
Blake, Victoria Aldunate, Schelling, León
Felipe, Byron, Heine, Ana
María Martínez Sagi, Cravan, entre otros.
Y hasta nos atrevimos a
incluir una polémica figura literaria,
vinculada usualmente por la
crítica con el pensamiento de derecha,
quien, inesperadamente,
publicó sus primeros y revolucionarios
poemas – esos que no traen
las antologías oficiales – en periódicos
anarquistas; se trata,
ni más ni menos, que de Jorge Luis Borges.
Asimismo, somos
conscientes de que muchas autoras también
han quedado por fuera,
principalmente, por el desconocimiento
que tenemos de sus obras o
porque deliberadamente han decidido
quedarse en el anonimato.
Además, de unos pocos, encontramos
referencias sobre su trabajo
literario pero no fue posible hallar
obras poéticas. Por eso
anhelamos que, con la ayuda de los lectores
interesados, podamos
seguir alimentando este flujo propulsor
de la memoria y continuar
haciéndolo circular más allá de los
espacios libertarios, pues
creemos que esta selección de autores
identificados con un singular
pensamiento político, debe tambiéngenerarle inquietudes a todos los
estudiosos de la literatura.
Por otra parte, queremos
hacer algunos apuntes sobre la
concepción del arte en el
anarquismo, los cuales pueden ayudarnos
a dimensionar la importancia
de esta actividad dentro de dicha
propuesta sociopolítica y,
especialmente, la gran estima que se ha
tenido por la poesía en el
mundo ácrata, la cual ha sido considerada
como una verdadera arma
para adelantar la lucha política. Y
aunque no olvidamos lo poético
que siempre habita en el corazón
de toda creación artística,
nuestro trabajo busca concentrarse en
la especificidad lírica.
Uno de los primeros
presupuestos en los que se afianza el
pensamiento anarquista es que
“para crear hay que destruir”, y es,
en gran medida, el artista
quien se aproxima a la belleza a través
de la variación,
constituyéndose como un devenir revolucionario.
De entrada, las
artistas de Acracia se instalan en la línea herética,
en contravía
de la cultura y la tradición, aunque no pierden su
horizonte
pluralista, que les permite renovarse constantemente
a partir de su
propia experiencia y ratificando siempre el valor
de la diferencia,
pues el creador no encaja en la estructura de
una “sociedad
igualitaria”, históricamente nivelada por lo bajo,
gracias al
predominante ejercicio de la autoridad y el patriarcado.
El artista
ácrata ha luchado por la “individualización” y no por el
“individualismo”, como ligeramente se le ha señalado por
algunos
sacerdotes que preconizan el “compromiso”, la
“pedagogía” y el
“dogma” revolucionario del arte. Por ello,
es preciso no olvidar la
esclarecedora advertencia de Wilde: “Toda
autoridad es igualmente
peligrosa”.
Desde los primeros
momentos, teóricos anarquistas como Godwin,
Proudhon y Kropotkin,
coincidieron en avizorar un “arte nuevo”,
que buscara abolir las
diferencias entre arte y vida. Han sido numerosos los dogmas contra
los que se ha levantado el creador
ácrata: “la obra maestra”,
“el artista puro”, “el museo”, “la sala de
conciertos”,
“el dictamen de la crítica”. Esta ruptura se alcanza
luego de
asumir su trabajo no como un oficio, ni como un medio
de vida, sino
como puro acto creativo, pues importa más el acto
creador que la
obra en sí. Antes que para ser “mirada”, la obra está
para ser
“vivida” y “hecha”, y viene a adquirir su real potencialidad
en contextos determinados, sin estar sujeta a las limitaciones
temporales. Por su parte, la estética anarquista estima otros
valores con los cuales se siente más identificada: la imaginación,
la
espontaneidad, la fantasía, el asombro, la ruptura. Por eso
espera
y merodea siempre en las puertas de lo desconocido, pues no
se contenta con “regentar o interpretar lo real” para producir
un
“significado” social excluyente. Más que con palabras, el
poeta
trabaja con deseos,
emociones, fantasías, temores...
Muchas de las poetas
anarquistas estuvieron siempre innovando,
generando rupturas, dando
batallas por el verso libre desde las orillas
del simbolismo o
incorporándole nuevos facetas perceptuales a
la creación poética,
desde las tribunas expresionistas, dadaístas,
futuristas y
surrealistas. Y así han continuado, casi siempre
cercanos a los
quehaceres vanguardistas, que se levantan contra el
poderío
“legislador” de los artistas clásicos.
Hemos preparado este
trabajo, ante todo, por el amor a la poesía
y al espíritu
anarquista, y por la necesidad de conjugar momentos,
indagaciones
ante el espejo, transparencias y atisbos de luz para revitalizar la
memoria, para reafirmar que la poesía es inmanencia
revolucionaria
que no encaja con el “arte de propaganda”, y para
seguir
pregonando que la revolución es una fiesta, un rito, una
ceremonia,
una celebración... sin principio ni fin.
Omar Ardila
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