Matar al amor creando un nuevo amor.

L´amor és lliure o no será♥.

Algunos dirán que los anarquistas estamos tan obsesionados con el poder que por ello vemos dominaciones en todas partes. Estos mismos dirán que hablar del amor como un espacio político no solo es exagerado sino innecesario porque la vida intima debe ser resuelta por cada uno como mejor le plazca. Por mi parte defiendo que las relaciones basadas en el amor, tal y como existen ahora, reproducen estereotipos y costumbres que fundamentan la limitación de la libertad del individuo y la sociedad, y ya que esta es el fin en si mismo de las ideas ácratas es también entonces el amor una preocupación libertaria. Lo fuerte es que estamos entrando en un terreno en el cual los más defensores de estas ideas somos culpables de seguir reproduciendo, casi sin notarlo, prácticas no sólo profundamente autoritarias sino muchas de ellas contrarias a nuestra propia autonomía.

Ese terreno es el conocido como “lo intimo” o “lo privado”. Parte de la idea que somos seres públicos e íntimos y que hay unas cosas que son de interés para varios y otras que solo nos conciernen a nosotros mismos. Es curioso, por que la noción de lo publico y lo privado no solo se ha transformado con el paso del tiempo sino se ha hecho natural a las sociedades capitalistas como la que vivimos, es decir ahora creemos que son cosas que siempre han existido y que son por que deben ser así; Defiende en la practica la posibilidad de lo “privado” -como privación de algo al otro- y lo intimo como ese espacio al que el estado ni el resto de la sociedad deben entrar. Y digo curioso por que ese ideal de la sociedades que algunos denominan democráticas es tan débil, que en la práctica la línea que separa lo público y lo privado está en constante movimiento y cosas que antes no se consideraban intimas o privadas de un momento a otro lo son: Mucho de lo que antes se resolvía de forma comunitaria corre por cuenta del individuo ahora -la salud, las calamidades, etc- , y mucha de la autonomía del individuo cada vez esta mas acortada por el control estatal. De hecho lo público y lo privado-intimo están tan cruzados actualmente que las relaciones de intimidad reproducen la privación a otros de la riqueza social que es de todos, y en especial amparando la propiedad como el más alto punto de éxtasis del individualismo que es la base de la fragmentación social en la que nos estamos ahogando.

En la intimidad es que se consume placer y se compra felicidad, pero para poder alcanzarla hay que tener el suficiente dinero para “realizarse” como individuo. Termina siendo el amor un ejercicio consumista materialmente porque los espacios de vivencia de pareja distintos al hogar se compran: los bares, los restaurantes, las vacaciones, los moteles; difícilmente encontramos fuera del consumo relaciones, y cada vez perdemos más esa capacidad creativa de aprovechar lo sencillo, para la sorpresa y la espontaneidad. Y eso que inicia con las cosas termina siendo un patrón de las relaciones, llegando al punto de consumir personas como si fueran productos: se usan y cuando no sirven se tiran. Consumimos relaciones pasajeras, compramos placer, la belleza impuesta por las propagandas comerciales construye nuestro gusto.

El amor no solo preocupa por hacer parte de las dinámicas de producción-consumo irreflexivas del capitalismo; es la excusa privilegiada que fundamenta buena parte de las relaciones patriarcales de dominación social y de relaciones únicas entre géneros impuestos. El amor termina siendo ese sentimiento que se busca entre hombres atléticos con mujeres modelos que formaran hogares con hijos aplicados en la escuela, quienes si son hombres buscaran ser atléticos y si son mujeres buscaran ser modelos de revista.. Pero lo que olvida este esquema es que los feos somos mas, y que tanto la formación de hogares como la crianza de los hijos puede superar las barreras de los géneros y de las familias monogámicas. Ese amor que se vende en las películas es un sentimiento histórico y la forma como amamos actualmente tiene que ver con una construcción propia de la cultura occidental hetero-monogámica (de familias basadas en el modelo del papa-hombre y la mama-mujer) y afirmar esto es constatar que no siempre se ha amado igual, y que podemos amar de forma diferente. El amor como una experiencia liberadora debe entonces destruir los prejuicios morales que limitan el amor a personas de sexo diferente, superando la dualidad masculino-femenino por el universo múltiple de personas iguales por ser humanas y diversas por ser si mismas.

Ademas de estas consideraciones hay una faceta del amor de la que poco se habla pero que está directamente relacionada con nuestra autonomía: La forma en como se nos ha enseñado a amar está fuertemente condicionada por la obsesión, la sumisión al otro y el privilegiar a la pareja frente al resto de relaciones. Frente a las dos primeras se podría decir que estas condiciones psicológicas responden al miedo a asumir nuestra libertad que nos enseñan desde pequeños, incluso cuando nuestra libertad implica soledad. Este miedo a la libertad es la base sobre la que se fundamentan todas las dominaciones, y la pareja no está exenta de esto: cuantas veces no hemos sido objeto o sujeto de chantajes frente a nuestra pareja? Cuantas hemos sido directamente culpables o víctimas de limitar al otro de hacer algo? Cuantas mas hemos dejado de decidir por nosotros siguiendo las decisiones de nuestra pareja?. Recorrer el camino de la libertad implica respondernos estas preguntas, y mas aun buscar transformar las prácticas irreflexivas en acciones conscientes y coherentes con nuestra autonomía, dejando atrás relaciones dependientes y altamente autoritarias en lo cotidiano.

En cuanto al privilegiar a la pareja frente a los demás habría que pensar cuanto ha afectado esta práctica las posibilidades de solidaridad y de apoyo mutuo con nuestros amigos y conocidos. Si nos atreviéramos a amar intensamente también a nuestros amigos y conocidos seguramente encontraríamos nuevas afinidades y proyectos colectivos en los que el cariño sincero y el encuentro cotidiano nos reafirmara la posibilidad de construir de forma horizontal las relaciones en la sociedad. Aunque no con todo el mundo se quiera mantener relaciones de proximidad tan profunda como las que se tiene con la pareja, el atreverse a abrir los círculos sociales, a cuidarnos entre todos, a solidarizarnos, a pensarnos de forma colectiva, es allí donde parte la posibilidad del compartir en comunidad, de volver a recuperar lo colectivo.

En estas pocas lineas no se ha intentado hacer un esquema único del amor libertario, de hecho moldear un tipo de amor para todos es inútil. No es el objetivo de este escrito responder a la pregunta como deberíamos amar. Solamente se quería identificar algunas de las limitaciones que tiene el amor tal y como nos lo enseñaron a sentir, al mismo tiempo que alienta al lector a cambiar las practicas del amor como limitación de la libertad y extensión de la esclavitud económica, sexual y psicológica. Por lo pronto es necesario pensar dinámicas diferentes en donde el relacionarnos con el otro no implique un ejercicio de dominación-sumisión ni con el ni con el resto de la sociedad.

Amar no solo es necesario sino condición sin la cual los humanos no podríamos vivir en sociedad. Entre mas libre amemos mas honesto será el sentimiento, y entre mas nos amemos mas solidaria será la sociedad. El amor libre es el sentimiento fundamental que construye las relaciones sociales por que implica pensar en el otro mientras se piensa también en si mismo. Por eso es que la reivindicación del amor no solo es política sino revolucionaria. Que cada cual ame como se le de la gana mientras que cuando amen no hagan menos libres a los demás ni a si mismos.

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♥Lola+3; 23 d´abril: de quin amor parlem?, en El Pesol Negre Nº 47, Abril-mayo 2010, p7. Puede consultarse en: http://www.berguedallibertari.org/pesolnou/

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