Contra un nuevo golpe de opinión salvador.


Estoy cansado de ver correos electrónicos. Y esto parecería paradójico cuando estoy atento constantemente a recibir noticias sobre lo que pasa en la tierra en donde nací y aunque no mi patria ni mi nación, si el lugar del mundo en el que se encuentran muchas de las personas que amo, y muchos de los sueños que anhelo realizar. Afirmo que mi cansancio no es gratuito por que, más allá de correos spam promocionando pastillas de viagra o alargadores de pene, he visto mi bandeja visitada por mensajes que en su cuerpo repiten una y otra vez una palabra que en principio me causaba gracia pero que de repente empezó a provocarme una reflexión sobre la cultura política colombiana, y que me ha recordado nuevamente por que deje de creer en la democracia, y especialmente la Colombiana. A decir verdad ni siquiera es una palabra común, y de hecho es un nombre: Mocus. Que si dijo, que si hizo, que si es la única opción, que si es nueva forma de hacer política, que si es la cara amable del uribismo, que si es mejor que cualquier Santo(s).

Parte del cansancio seguramente es normal y compartido por todos los colombianos que sufrimos cuando en estas épocas de elecciones tratan de vendernos como cualquier otra mercancía comercial los “productos” de las elecciones, es decir a los candidatos. Lo hacen en cuanto medio de comunicación haya, en cada lugar posible donde colgar carteles y en general en casi cualquier minúsculo espacio que pueda ser aprovechado para hacer campaña. Pero también es desgastante seguir viendo a gente honesta, sencilla y preocupada por el funcionamiento de lo público, cada cuatro años, rebanándose los sesos y las energías buscando cual candidato puede representar sus ideas de equidad social, justicia y bienestar. Digo desgastante por que muchos de estos mismos una vez acaban los comicios sienten que su labor ya esta cumplida, y solo vuelven con el tiempo a criticar lo que han hecho sus elegidos, por ser contrario a lo que desean. No deja de ser desgastante cuando muchos ven en su elegido alguien que “hace algo” por el país, aunque mucho de lo que haga quien manda no solo no está en relación con lo que quieren sino que tampoco lo está con lo que antes había prometido (recuerdan que prometió y que cumplió nuestro último presidente?). Igual, en uno y otro caso la actitud de la mayoría de los colombianos se ha limitado a trasladar su responsabilidad social al estado, esperando que en el mejor de los casos este lo haga correctamente. Entonces el estado no hace nada aunque la gente sigue confiando en el, excusándolo en que es la falta de suerte de dar con los políticos indicados, y aguantando hasta terminar cuatro años, para así comenzar nuevamente con la temporada de cabalas de las que saldrán la solución a todos nuestros problemas.

Con Mokus lo que más preocupa es que estamos apelando a la misma experiencia, por lo menos electoral, que hizo quedar a Uribe en el poder. Es decir, un cambio repentino de la apreciación de los votantes acerca de quien debería ser el presidente, lo que palabras menos es conocido como un golpe de opinión. Esto no es sino darle a un personaje sin posibilidades en las encuestas hasta hace seis meses una opción de victoria, gracias a su identificación con una idea de novedad en la escena política (ya sea novedad de las ideas o del personaje en si mismo). El posicionamiento en los medios de comunicación y la rápida acogida de su figura hace que muchos sientan confianza en su candidatura y que al final sean mayoría en el conteo de los votos.

Para entenderlo mejor hagamos un poco de memoria: además de los mismos de izquierda, que desde que Uribe era gobernador en Antioquia denunciábamos sus intentos de legalizar las masacres paramilitares con la creación de la convivir, ademas de estos Nostálgicos del comunismo (palabras de mi presidente), ¿quienes sabían de su recorrido político o siquiera de su propuesta?. No fue acaso cuando se empezó a montar en el caballito de batalla de las FARC cuando realmente empezamos a saber de él?. Pues bueno, no importa si alguien lo conocía, por que como ya en ese momento la mayoría de los electores creían que el mayor problema del país era ese nuevo fantasma que ahora reconocíamos con el nombre de Narcoterrorismo, fue directamente esa opinión la que elevo hasta la primera magistratura a tan ilustrísimo ciudadano.
Esta estrategia de promoción resulto tan atractiva para la clase política que ya no solo se utilizo como golpe, sino como estrategia de estado. Nacida de la idea de administración de acuerdo a la favorabilidad o no de las encuestas, o de lo que se justificaba como “opinión”, el mismo presidente Uribe bautizo a esta forma de gobierno como el Estado de opinión, el cual favorece las políticas publicas y las decisiones administrativas justificándolas en que tan favorables o no son a la imagen del presidente en turno, mas no por el tipo de efectividad, cubrimiento o relación del discurso con la realidad. El estado de opinión, posterior al golpe de opinión de Uribe en las elecciones precidenciales del 2002, no solo limita la acción publica al carisma de sus representantes sino que hace creer a la gente que el ejercicio de la ciudadanía a partir de la opinión basta para cumplir las responsabilidades sociales. Precisamente la dictadura civil de Uribe ha sido posible por que el asumió el papel de padre al cual desplazamos nuestras responsabilidades sociales, mientras nosotros nos preocupamos por lo que creemos que es nuestra vida (aunque.... realmente es nuestra?).

No se si recordar lo nocivas que han sido muchas de las políticas de los últimos años, por que el final a nosotros parece estarnos bien el hecho que el control de nuestra vida la tengan algunos representantes, y nosotros solo opinemos de vez en cuando, con todo y la connotación evidentemente negativa que tiene la lógica del solo opinar sobre lo que nos afecta. No se si recordarlo, por que se que para muchos un proyecto como el Uribista, en el que la seguridad impere sobre cualquier otra necesidad, es tan bueno que si no hubiera sido por una leguleyada la tercera relección seria una realidad. Lo que si quiero recordar en cambio es que nuestra participación en lo que afecta a nuestras vidas no solo es reducida, por que dejamos a papa estado que decida por nosotros, sino que cada vez está peor de reducida la participación a lo que opinamos en los momentos previos (casi previesisimo) a las elecciones, en los que de unos meses para otros cambiamos fácilemente las percepciones que tenemos sobre personas y proyectos políticos que están detrás (en el caso que sepamos las propuestas y no solo votemos por una idea vaga que creemos proponen). Alguien dijo votar por Uribe y acabar con la guerrilla y detrás salimos muchos a hacerlo, ahora alguien dice votar por Mocus y acabar con la falta de cultura cívica, y muchos de los que ni nos acordábamos de “Super Civico” ahora volvemos la mirada frente a tan eminente filosofo y matemático.

Golpe de opinión como forma de trasladar la atención de la estructura misma del estado a la de los funcionarios que lo ocupan. Golpe de opinión como cortina de humo, que nos hace ver que lo que necesita Colombia son grandes lideres que “si” sean buenos mandatarios, que “si” cumplan sus planes de gobierno, que “si” respeten las leyes y a los habitantes de este territorio olvidado por Dios. Golpe de opinión que devuelva la confianza en la política, que nos permita creer en que nuestra voluntad puede ser escuchada, y que haga de nuestra constitución ese glorioso ejemplo de patriotismo. Golpe de opinión que en últimas nos hace creer que no es el hecho que nosotros no decidimos realmente sobre nuestras vidas el problema, sino que quien decide tiene que ser un Hombre correcto, así ser correcto sea ser un machito como Uribe.

Y es que acaso no necesitamos eso? Una buena persona en el poder?. Pues no, no Ana María, no Felipe, no Alejandro, no Pedro, José, Diana, Camila, John.... Lo que necesitamos es darnos cuenta que el problema es creer que las decisiones de nuestra vida las podemos delegar a otras personas, sean estas buenas o malas. El problema de los candidatos presidenciales es simplemente ese, el estar buscando suplantar la acción y la decisión de otras personas así tengan la mejor de las voluntades o ideas. ¿Que necesidad tenemos de constituciones si cuando alguien llega al poder hace lo que el cree así esté o no de acuerdo con la ley?. ¿Para que seguir defendiendo esa constitución que es más un proyecto irreal de país que un reconocimiento del que tenemos? Acaso necesitamos proyectos? Pues no, lo único que necesitamos es nuestra propia practica de vida, la solución a los problemas compartidos encontrada de forma colectiva, donde la acción cotidiana se vuelva nuestra única constitución ágrafa (no escrita). Para ser libres no necesitamos permiso, y para la libertad de nuestros hijos no necesitamos mas que ellos sean quienes decidan buscarla.
Golpes de opinión electorales han sido los que han elegido a los últimos presidentes (y vaya uno a saber si esa no ha sido la esencia de la política tiempo más atrás): Samper enarbolo la bandera de la justicia social frente al neoliberalismo de Gaviria, convenciendo a la opinión de que el país necesitaba un pacto social. Pastrana, gracias a ser quien denunció los narco-cassettes, le aposto a mover a la opinión publica con la idea de necesitar política honesta y que volviera a los causes de la legalidad, mientras que Uribe, My President for ever and ever (TQM nunca cambies!), utilizó hábilmente los sucesos del Caguan para movilizar la opinión a favor de la guerra y la legitimidad de la barbarie paramilitar (antes de él nadie los considero un actor político, aunque finalmente los traicionara acusándolos de delincuentes). Y que nos queda de todo eso? No es la misma mierda de vida que todos tenemos en la que es mas fácil descansar (que otros llaman dejar de pensar) prendiendo el televisor? No es la misma miseria, el mismo control, la misma cultura machista, la misma sociedad elitista en la que crecimos?. Y que hicieron entonces tantas buenas voluntades?.

Hoy mismo sigo invitando a todos mis amigos, conocidos y hasta a todos los desconocidos a que le restemos credibilidad a la política tradicional, a las elecciones y por lo tanto al Estado mismo. No es una invitación al caos y a la inacción. Todo lo contrario, es a abstenerse de votar pero para depositar todas las energías en la construcción de formas de solucionar nuestras necesidades de forma directa sin apelar a formas autoritarias de resolver los problemas, sin necesidad de la dominación, sin necesidad de la iniquidad. El estado es innecesario cuando buscamos las formas entre la comunidad de solucionar nuestras vidas, la policía es innecesaria si entre todos atacamos la causa de la gran mayoría de los delitos, y el resto los prevenimos con la autodefensa individual y colectiva; la la educación, la salud, los servicios públicos podemos administrarlos sin necesidad de un poder central que monopolice la fuerza. Un mundo sin autoritarismo es posible, solo si dejamos de creer que nuestra responsabilidad social esta ligada a una urna.

Quiero adjuntar un interesante escrito de un buen amigo a proposito de Mokus...

Lo verde liviano y la ética del cemento mal puesto
 
Ante tanta euforia de lo verde liviano, me parece que es importante recordar algunas cosas sobre el recorrido de Súper Cívico. Y su transito de lo antipolítico a la política tradicional y luego del fundamentalismo del cemento al ecologismo oportunista de eslogan publicitario.
 
Comencemos por recordar que cuando Antanas fue rector de la Universidad Nacional, fue quien implementó la política de autofinanciación que consiste entre otras cosas, en incrementar paulatinamente el costo de las matrículas hasta llevarlas al nivel de las universidades privadas y con esto en la práctica privatizar la universidad pública y eximir al Estado de su responsabilidad frente a la financiación.
 
Cuando algunos estudiantes quisieron expresar sus desacuerdos, Antanas decidió dar un ejemplo de civismo mostrándoles su culo a los estudiantes. Fue ese culo muy blanco y lituano el que le permitió salir por televisión y resultó ser una gran muestra de cultura ciudadana y de disposición a la concertación. Ejercicio de “diálogo” que como siempre ya tenía un resultado establecido de antemano: Mockus siempre tiene la razón sólo por hablar muy enredado y aparentar ser inteligente porque a veces menciona algo sobre ese extraño “tema” que es “la cultura”.
 
Su propuesta como candidato a la Alcaldía de Bogotá fue muy sencilla y cantinflesca: “Los políticos nunca cumplen lo que prometen, yo soy antipolítico y por eso no propondré nada. Así seré ético y no faltaré a mi palabra.”
 
Luego, como alcalde de Bogotá implementó su cultura de garrote y zanahoria. Se disfrazó de zanahoria para enseñarles a los menores de edad a consumir alcohol de manera “responsable” y luego posó de ser muy moralista cuando obligó a cerrar todos los bares de Bogotá antes de la 1:00 a.m. con lo que logró estimular los amanecederos ilegales.
 
Siendo alcalde de Bogotá, quiso registrar su matrimonio como un gran espectáculo en todos los medios de comunicación y decidió entonces casarse en un circo. Fue así como de manera muy ética y ambientalista pudo compartir su boda con animales que son tenidos en cautiverio y torturados para dar ese otro espectáculo a una audiencia siempre dispuesta a admirar el mágico contraste entre la elegancia y civilidad de los domadores y el salvajismo de los animales encerrados.
 
Algún tiempo después regresó a la televisión vestido con un traje amarrillo y con la letra C sobre su pecho, calzoncillos a la vista y capa roja; ese fue su disfraz de “súper cívico”. Luego salió muy envalentonado y muy acompañado de los policías, a perseguir y golpear con bolillo a los vendedores ambulantes que fueron tratados como delincuentes. Su crimen no era su pobreza, era su falta de cultura ciudadana al ocupar el espacio público.
 
Sin embargo, nunca fue igual el trato que se les dio a los que ocupaban los andenes con sus automóviles. Por aquella época parecía que los andenes estaban reservados sólo para estacionamiento. A los automóviles se les respetó como santa propiedad privada y por cuestión de principios no se les dio bolillo, ya que golpearlos hubiera sido una gran falta de ética. 
 
Luego llego su amigo Peñalosa y resolvió el problema llenando los andenes con un  nuevo tipo de seres: los bolardos. Grandes redondos y de cemento tenían una cinta verde a su alrededor y ya simbolizaban desde entonces la propuesta del Partido Verde: mucho de cemento y un poquito de publicidad ambientalista para jóvenes incautos.
 
Para los ciudadanos de bien se logró el merecido privilegio de caminar por los andenes sin tropezarse con pobres que invadían el norte civilizado de la ciudad y las calles de Chapinero. Tropezarse con un bolardo resultó ser un mal menor que no conducía a contraer enfermedades ni a dañar el paisaje urbano.
 
Los bolardos ocuparon el espacio que antes llenaban los vendedores ambulantes, con tres ventajas: no eran pobres, no protestaban y resultaban ser un gran negocio para las cementeras y contratistas que luego podrían financiar campañas políticas.
 
Mockus para finalizar su primer gobierno al frente de la ciudad con un gran acto de responsabilidad y honestidad propio de su moral íntegra, decidió dejar abandonada la Alcaldía, la que al parecer sólo intentó usar como trampolín para salir volando en traje de “Súper Cívico” a la Presidencia de la República. Sin embargo, en aquella oportunidad los colombianos no estaban tan desesperados, desesperanzados y uribistas  como para votar por Mockus en número significativo. El presupuesto de campaña de su primera aventura presidencial fue escaso ya que aún no contribuían con sus donaciones los numerosos contratistas que repararían por siempre y para siempre las losas siempre rotas de Transmilenio.
 
Para casi todos los medios de comunicación, las “peñalosas” pegadas con “mockus” fueron un ejemplo de eficiencia en la ejecución de obras públicas y les permitieron llegar a ser calificados como los más eficientes administradores de la ciudad en toda su historia. 
 
Fue este cemento mal puesto el que luego unificó la propuesta PEGAMOCKUS (Peñaloza, Garzón y Mockus). Pero el Partido Gris Opción Cemento era poco atractivo para jóvenes incautos que podrían ser más fácilmente influenciados por una imagen publicitaria que posara de ser ambientalista.
 
Al pobre Antanas, de origen lituano y pretensiones civilizadoras, ya nadie le creía que fuera un indígena colombiano y no podía presentarse nuevamente como candidato a la presidencia por la Alianza Social Indígena.
 
Por otro lado, tener a alguien miope y que usaba gafas como líder de un partido llamado “Visionarios con Antanas” tampoco resultaba ser una estrategia muy convincente.
 
El oportunismo y el atajo nuevamente se impusieron sobre la ética y así lograron descubrir que el Partido Verde Opción Centro ya estaba fundado, y resultaba ser sólo una pequeña falta de ética que no trascendería a los medios, su ingreso al clon de Convergencia Ciudadana, partido claramente vinculado al paramilitarismo y la yidispolítica.
 
Es así como a último momento y en tiempo de campaña electoral han decidido encubrir la política del cemento mal puesto con el disfraz ecologista.
 
En resumidas cuentas, a lo largo de su carrera, Mockus se ha propuesto la privatización de instituciones públicas como principio ético y ha buscado remplazar la educación pública con la cultura ciudadana logrando también de manera exitosa sustituir el discurso de los derechos humanos por la retórica de los deberes y las “obligaciones cívicas”.
 
Mockus no representa una promesa del Estado que garantiza derechos, por el contrario propone y ha construido un Estado que busca imponerles la civilidad a los salvajes por medio de la aculturación. Su propuesta parece muy novedosa pero en realidad viene de siglos atrás y parecía haber sido superada durante el siglo XX, pero como ya lo hemos visto, a veces el discurso posmoderno viene plagado de atavismos.
 
 
Alejandro.
 
 

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