¿Anarquistas dentro del estado?... siguiendo la discusión.

Respuesta al texto:Anarquistas dentro del estado, publicado por Isauc en:
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/16549

Querido Isauc, tu reflexión me ha llegado en un momento muy particular, por que durante la última década no solo he militado en el ambiente libertario en Colombia, sino que también milite durante mis años de estudiante discutiendo la importancia del conocimiento y la función social de las universidades (y esto teniendo en cuenta que la universidad en que estudie es una de las mas críticas y rebeldes, constituyéndose como una escuela de lucha y reflexión). En los años posteriores a terminar mi licenciatura creo que ideológicamente me he radicalizado en cuanto a mi postura frente a la universidad, el conocimiento y la academia (tres cosas cruzadas pero diferentes). Pero ahora mismo estoy en un momento que en la práctica no soy muy coherente con mi postura y ya veras por que.

Te escribo por que si así lo quieres podemos intercambiar nuestras posturas en el debate de lo que significa una postura anti-autoritaria, una militancia anarquista, o una reflexión insumisa anti-élitista frente a la singularidad de la producción y reproducción del conocimiento, las instituciones existentes involucradas en esto, las implicaciones políticas, y en general, la necesidad de volver las reflexiones teóricas acciones practicas de transformación social. Creo que mucho de lo que decimos los intelectuales, seamos estudiantes o profesionales, muchas veces funciona como una válvula de escape de nuestra condición de élite, que como iconoclastas nos corroe consciente o inconciente, pero muchas otras veces nuestras palabras son solo una justificación política para sentirnos bien con nosotros mismos, sin cuestionar nuestra condición ni nuestros privilegios.

Y digo élite por que precisamente es de ahí que parte mi crítica a tu defensa a ultranza de la universidad. A muchos quienes analizamos la realidad desde una visión materialista nos acusan por que tendemos a ver el mundo económico como una suma cero, y tal vez deberíamos atender a tales criticas observando, sin caer en posturas idealistas o postmodernas, los puntos vacíos de nuestros dictámenes. Teniendo en cuenta esto, no puedo dejar de pensar en que significa el trabajo intelectual en la sociedad del kapital en que vivimos ahora, y cual es la condición económica que garantiza nuestra existencia. Últimamente cuando pienso en lo que produzco siento la profunda necesidad de recordar que casi ninguna de mis producciones intelectuales implican una utilidad básica a cubrir, y lo que pueda yo producir no es necesario en términos justos para la reproducción de la sociedad (solo para aclararlo soy historiador). Y aunque esta visión es bastante negativa y deterministas de las necesidades básicas materiales, aun así me hace pensar que a pesar de eso que produzco, aun así llega comida a mi mesa, luz agua y gas a mi casa, puedo transportarme (en medios públicos o privados) o cuando quiero “divertirme” hay una cerveza y un cigarrillo en mi mesa.

La respuesta es simple, hay algunas personas que si producen cosas que utilizamos los demás, que sin ellas tal vez no podríamos vivir (ya se, saquemos la cerveza y el cigarrillo...), y la producción de estas como mercancías (que es en términos prácticos como podemos nosotros, quienes no garantizamos nuestra autogestión, acceder a ellas), nos permite tenerlas como objetos comerciales que yo puedo comprar. Y cuales relaciones de producción están detrás de esa producción?, pues lo sabemos, explotación, robo e iniquidad sobre los productores que no son dueños de los medios de producción (que hoy día siguen siendo la mayoría). Y cuales relaciones están dentro de nuestra relación de producción de conocimiento? Nos roban nuestro trabajo los dueños de los medios de producción? Podría trasladarse la figura clásica y ortodoxa de esta relación social para la producción del conocimiento?. No estoy seguro, no se que tanta explotación recaiga sobre nosotros intelectuales, y como podamos afrontar tal condición como trabajadores (?) intelectuales. Aun así, al final del mes nos llega el cheque de nuestro salario, y no puedo dejar de pensar entonces que en ese cheque esta parte de lo que le quitan a los productores reales (materialmente hablando), y que nosotros hacemos uso de este ahorro social a pesar de la desigualdad de su origen.

Pero y si no producimos cosas que los demás consuman “necesariamente”, como es que mantenemos aun así nuestra condición?. ¿De donde provienen los fondos que nos permiten formarnos, que nos permiten investigar, que nos permiten tener una vida como intelectuales?. Ahí es donde empieza tu reflexión, cuando buscas las palabras para defenderte del, para mi acertado, cuestionamiento que formula tu amigo: como conciliar el ideal anti-estatal con la garantía que este da a nuestra educación?. Claro ante esta provocación, y cuantas veces no la hemos tenido que sufrir quienes combinamos la contradicción de ser militantes anarquistas en una universidad estatal, tu respuesta es defender la posibilidad del acceso a la (buena) educación, independiente de quien sea su proveedor, invitando a la defensa del “derecho” a la educación. Pues bueno acá se reúnen dos cuestiones que me parecen fundamentales y que es necesario desarrollar con mas cuidado.

La educación universitaria a la que estas apoyando no es mas que una forma histórica concreta de formación social que responde a la realidad en que se produce, es decir, no podemos desvincular la educación de este momento de su objetivo fundamental: producir profesionales. Esta educación, en la que el estado o las entidades autorizadas por el garantizan el “conocimiento” de un oficio (o arte) mediante un título, no esta liberada de las necesidades que la misma sociedad, y mas concreta los actores vinculados dentro de las prácticas laborales hacen de este mercado de las profesiones. Y acá hay que puntualizar: educarse en este momento no significa una cuestión altruista de conocer, significa seguir una serie de cursos que te llevan a conseguir un titulo, que sirve para ejercer una profesión especifica. No quiero quedarme en la varias veces explorada reflexión sobre el conocimiento-poder, sino quiero en este momento hacer notar que lo que hay detrás de esta estrategia es funcionalizar la educación para las necesidades de vinculación laboral. No se conoce para aprender, se conoce para trabajar.

Pero hay que ir un poco mas allá, la profesionalización de la realidad nos esta conduciendo a limitar nuestra acción social por que hay alguien mas autorizado (profesional) para hacerlo y debemos contratarle para poder solucionar nuestra necesidad social. ¿Quien regala su conocimiento o su oficio? Muy pocos idealistas como nosotros, de resto a los profesionales hay que pagarles. Pero esa autorización explicita además resulta en la composición de una elite intelectual que vive de su profesionalidad, y esto es algo que convierte a esta ejercicio intelectual y a esta realidad profesional parte de una relación desigual que mantiene a la sociedad dividida. Y en este lugar respondo explícitamente a mi realidad colombiana, en la que la posibilidad de ser profesional esta restringida a una minoría de privilegiados, de la que aunque incomodo hago parte. Así las cosas, se hace una nueva distinción entre quienes asistieron a la universidad y por ello son profesionales, y de quienes por su condición económica no lograron acceder a un titulo y deben quedarse con los trabajos que no exigen una titulación. Vaya problema, allí nos estamos enfrentando a una élite que se va formando para ser exitosa, proporcionando sus calificados (y por ello mas costosos) servicios a el resto de la población.

Y yo tengo claro que no somos en principio culpables de esta condición ya que desde pequeños nuestros padres, los medios de comunicación, la escuela y demás nos insistieron hasta el cansancio que teníamos que tener un proyecto de vida que pasara de la escuela a la universidad, y de esta ultima a la vida profesional. La profesionalización de nuestra vida nos fue enseñada desde muy pequeños como sinónimo de éxito, de realización, y, como no, de progreso personal. Lo que no nos dijeron explícitamente es que ese éxito, esa realización, ese progreso solo podía ser posible si unos pocos lo lograban, para así disfrutar del prestigio que significa pertenecer a una élite.

Claro, pero tu defiendes la formación intelectual de las personas, y se que lo haces desde los valores humanistas que identifican a cualquier anti-autoritario, pero asumes que la única forma de garantizarlo es por medio de la educación universitaria, a lo que yo quiero decir: No es verdad, hay otras formas de formación, de construcción y de reproducción de conocimiento, solo que quienes estaríamos dispuestas a materializarlas seguimos tercamente tratando de salvar el carácter critico de las instituciones productoras de títulos, sin renunciar a la misma lógica de la profesionalización. Y acá creo que radica nuestro error.

La segunda cuestión tiene que ver con el carácter público de la educación. Se que una de las reivindicaciones más fuertes que aparecen cuando hablamos de los temas públicos, es defender el carácter colectivo de instituciones que en este momento controla el estado. Cosas como la educación y la salud pública, la generación de nuevo conocimiento y de infraestructuras de vida. Y cuando algunas de estas “garantías” que hasta ahora ha controlado el estado se ven amenazadas por el fantasma de la privatización la respuesta inmediata es defender el carácter de lo público y hacer precisamente el llamado que diriges, a defender el derecho que hemos recibido de las luchas de nuestros antepasados.

Pero yo cada vez más creo que ha sido el dirigir nuestras luchas en la perspectiva de los derechos lo que ha limitado la posibilidad de construir alternativas reales para solucionar las inquietudes sociales que no estén atravesadas por la participación estatal, y que una falta de lectura estrategia clara nos impide darnos cuenta que la lucha social podemos desarrollarla dando la lucha contra el estado, liberando los espacios públicos del control estatal, y haciendo de estos espacios propios para el ejercicio de la emancipación y la libertad humana.

Ahí es donde no solo mostrarse critico frente a la gestión de lo publico es necesario, sino acompañarlo de propuestas claras de gestión popular, de gestión directa, de autogestión. Pero estas discusiones deberían estar atravesadas de pensarnos realmente el para que la educación, y en donde desarrollarla. Solo como preguntas pienso en si las instituciones universitarias no remplazan la posibilidad de generar conocimiento y formación desde los espacios propios de vida te todos: el lugar de trabajo, el lugar de vivienda (barrio), el lugar de ocio. Y me lo pregunto por que aveces creo que la misma institución universitaria limita la posibilidad de socializar el conocimiento, y de hacer plural y colectivo su creación y ejercicio. Que tal si en vez de pensarnos la lucha por el derecho nos pensamos la lucha por el ejercicio libre, por la des-profesionalización, por la construcción de conocimiento a base de apoyo mutuo-autonomía.

Ahora, lo último en cuanto a esto que tendría que decir es que seguir en la lógica de los derechos no solo nos determina nuestra acción social, enfocándola hacia el estado que es el que garantiza los derechos, sino que nos hace validar además de los derechos los deberes que tenemos como ciudadanos, por que al final asumir la lógica de derechos es asumir la macabra lógica de la ciudadanía. Deberíamos estar proponiendo la superación estratégica y táctica de estas categorías y realidades, eso si desde una perspectiva ácrata.

Querido Isauc, se que tu intención es completamente libertaria, pero precisamente seguir preguntándonos mas y mas nos permite estar mas cerca de una sociedad distinta. Pero claro, no solo basta con preguntar, también tenemos que hacer, y aunque siempre queremos encontrar esa musa casi religiosa llamada coherencia no siempre es tan fácil. Tras retirarme de una maestría que estaba haciendo, precisamente por reflexiones personales como las que acá te expreso, volví a mi país a buscar trabajo en un oficio menos intelectual, con la triste realidad que aunque podía conseguirlo tenia la opción de pagar la deuda que me significo la maestría si me vinculaba por unos meses a un trabajo universitario. Así que acepte una cátedra en una universidad privada, con la esperanza de que cuando ya tenga pagada mi deuda pueda hacer lo que se me de la gana. Esta postura no me enorgullece, aunque tampoco me hace sentir completamente extraño con mis ideales, al final tomo el trabajo universitario como eso, un trabajo, a pesar que en la práctica siga validando toda esa institución de mierda. En mis tiempos libres ando conspirando con amigos afines (no todos anarquistas) la constitución de un centro de investigación independiente que pueda hacer investigación sin necesidad de la financiación estatal o privada, y que pueda pensarse en la generación de conocimiento autónomo, rebelde y transformador.

Me sigo lavando la conciencia? Tal vez, pero creo que vale la pena intentar así sea limitado.


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