De la lucha por la libertad a la dictadura del carisma.

Un acercamiento a la situación del movimiento anarquista en la epoca de ascenso de la dictadura peronista. Un análisis de la historia Argentina desde el estudio de la participacion politica de los obreros en las primeras décadas de siglo XX.

De La Lucha Por La Libertad A La Dictadura Del Carisma.
Apuntes explicativos de la presencia anarquista en la Argentina pre-peronista.
El siguiente ensayo parte de la necesidad personal de entender las condiciones en que el movimiento anarquista en Argentina paso de ser la línea hegemónica dentro del movimiento obrero y social de este país a finales de siglo XIX, a ser un actor casi inexistente en la dictadura peronista. Parte de esta indagación tiene que ver con las transformaciones en las prácticas organizativas obreras, pero a su vez con la asunción de nuevas ideologías que relegaron al anarquismo del lugar que tenia dentro de los círculos obreros, hasta el surgimiento del apoyo a perón desde los mismos trabajadores. Esta transformación en el mundo obrero, también es una evolución de los sectores populares que van identificándose con nuevos imaginarios sociales y a su vez con nuevas y diversas prácticas políticas.
Este ensayo por lo tanto tratará de identificar la prehistoria de estos movimientos sociales, y en particular, tratara seguir la huella del pensamiento anarquista en ellos, buscando algunas explicaciones que nos permitan entender la práctica desaparición de esta ideología en la organización y movilización obrera, sectores que luego apoyarían y sostendría la subida del coronel Perón al poder presidencial. Por estas razone es que se tratará abordar en especial lo acontecido en la década de los treintas, ya que el análisis de este momento histórico nos puede permitir entender que paso entre el gran momento que vivía aun el anarquismo en los veintes, a su practica desaparición en los cuarentas con la venida de Perón.
El ensayo estará dividido en tres partes; Primero una breve reseña de lo que fue el movimiento anarquista en Argentina en su época de oro llevando la historia hasta los treintas. En un segundo momento se presentaran algunos argumentos descriptivos que pueden identificar ciertas condiciones de la transición del anarquismo, haciendo especial énfasis en dos interpretaciones historiográficas que dan elementos para responder la pregunta de que paso con el anarquismo durante al década del 20 y del 30; y por ultimo se intentara generar algunas conclusiones a propósito de la pregunta de ¿Qué paso con los anarquistas antes del asenso de Perón al poder?
Los antecedentes del Anarquismo.
La llegada del pensamiento anarquista se dio en la Argentina contemporánea con el proceso de migración europea hacia el país[1]; desde 1880 se encuentran registros de grupos asociados con sectores de la internacional allegados a Bakunin, y en especial para la década del 90 resulta importante a la acción política y organizativa de uno de los padres del anarquismo, Malatesta, quien dejara en el ambiente la necesidad de integrar el anarquismo con las luchas sociales, en especial las obreras. Este espíritu se materializara con la conformación de organizaciones anarquistas en los años finales de la década de los noventas[2] y el nacimiento de lo que seria la prensa anarquista por excelencia, el periódico La protesta. Con la venida de la organización gremial se generaron las primeras organizaciones nacionales, que desde el principio tuvieron fuerte presencia anarquista: La Federación Obrera Argentina, pero en especial su sucesora La federación Obrera Regional Argentina (FORA)[3].
El año de 1905 será el año de consolidación de la presencia anarquista en esta organización, consolidándose su hegemonía con la declaración del congreso realizado este año en el que se afirmaba que “El V Congreso de la F. O. R. A., consecuente con los principios filosóficos que han dado razón de ser a las organizaciones de las Federaciones Obreras, declara: que aprueba y recomienda a todos los adherentes la propaganda e ilustración más amplia en el sentido de inculcar a los obreros los principios económicos filosóficos del COMUNISMO ANARQUICO. Esta educación impidiendo que se detenga en la conquista de las ocho horas, les llevará a su completa emancipación y por consiguiente, a la evolución social que se persigue.”[4].
Esta consolidación ideologiaza se da de la mano del fortalecimiento en la movilización, que con sus altibajos iba a ser la dinamizadora de este tipo de actividades durante las dos décadas siguientes.[5] Estas décadas estarán caracterizadas por un abierto ambiente de confrontación de clases, y con sus respectivas consecuencias, como la muy dolorosamente famosa semana trágica, en al que uno de los lideres anarquistas nos comenta: “Sintomáticos de esa época son los sucesos conocidos como la semana sangrienta de enero de 1919. Se habían declarado en huelga los obreros de los establecimientos metalúrgicos de Vasena; los huelguistas se sostenían bravamente e impedían el acceso de rompehuelgas. Intervino la policía y mató a varios obreros. Fue como una chispa en todo el país. La indignación se desbordó espontáneamente. La F.O.R.A. decretó el paro general, el más unánime y el más violento que se haya registrado en Buenos Aires. Los trabajadores adquirieron entonces más aún la conciencia de su fuerza. La gran ciudad quedó por varios días en sus manos”[6].
La década de los veintes estará caracterizada por el asenso de nuevas ideologías dentro del movimiento obrero, pero también de una diversificación de las prácticas anarquistas. Para finales de la década el anarquismo estará especialmente protagonizado por los sectores pro organización alrededor de la FORA y La Protesta, pero también serán importantes pequeños colectivos expropiadores, que estarán no solo en el imaginario sino en la cotidianidad de los obreros rió platenses[7].
Algunas consideraciones sobre al década del treinta.
La década de los treintas amanece con el primero de una serie de golpes militares que irán a definir buena parte de la historia política de Argentina durante el siglo XX. Este golpe especialmente esta caracterizado antes de parar la represión con los sectores sociales por ser particularmente represivo, corrupto y violento, al punto de que se conoce esta década como de “Infame”. Mac Guire nos recuerda que “Durante la dictadura de Uriburu (1930-1932) y de alguna forma mayor durante el gobierno de Justo (1932-1935), el ejecutivo enfrento las demandas de los trabajadores con represión. El congreso, sin embargo, puso mas atención a los lideres sindicales abogando por reformas sociales y laborales, en parte por la abstención de los Radicales Yrigoyenistas permitió que los socialistas ganaran de forma in precedente 43 de los 158 asientos en la cámara de deputados”[8]. Ambas de estas dos situaciones harán que la correlación de fuerzas que había manejado hasta este momento el anarquismo se variara sustancialmente. Por una parte “Uriburu no solo persiguió a los radicales; el también fríamente disparo sobre un par de anarquistas convictos por cargos de sabotaje”[9], represión que no solo se vio en cárceles sino también fuera de ellas. Los anarquistas eran enemigos numero uno. Por otra parte la llegada de socialistas al parlamento hizo que estos ganaran una grande tribuna desde la que acrecentaron su poder social al punto que “Los socialistas dominaron la capital en el temprano 1940”[10].
Pero la represión no solo esta contra los grupos políticos, “Las compañías buscaban producir mas y a menores costos; también intentaban recitar los esfuerzos de organización gremial para lograr la subordinación de los trabajadores”[11]pero además hacia dentro de los mismos lugares de trabajo se dio un proceso de “estandarización de las tareas, así como su evaluación y control, constituyen indicadores importantes de los cambios en los procesos de trabajo durante la entreguerra, momento en el que comenzaron a generalizarse los discursos sobre racionalidad y eficiencia productiva y a complejizarse la trama institucional vinculada al mundo del trabajo”[12]. Buena parte de la transformación que se va apreciando en el anarquismo tiene que ver con su forma de responder a este nuevo escenario del mundo del trabajo que en palabras de Lobato tenia su muestra en que “la huelga fracasada de 1932 es un caso interesante por que muestra la aparición de una nueva fuerza política que interpela a los trabajadores con una practica diferente a la que realizaban anarquistas y socialistas por un lado y radicales y conservadores por el otro. Los comunistas –mas allá de sus cambios “tácticos” derivados de la frecuentemente mencionada la subordinación de la política de la Unión Soviética- intentaban construir su base de poder en las “reivindicaciones” de los trabajadores”[13]: así el reto del anarquismo era múltiple: la represión, el asenso del socialismo parlamentario, y el nuevo papel que venia tomando el comunismo en el país.
Es interesante ver este último espectro de la variedad ideológica en el análisis de la literatura popular que hace Luís Alberto Romero para este periodo. En este trabajo el autor plantea que “La representación de la sociedad y sus conflictos y las propuestas para transformarlas eran más complejas y matizadas que aquellas que caracterizaron el mensaje anarquista romántico y maniqueo. En ese contexto, no extraña que la representación política pasara de las manos de los anarquistas a la de los radicales o socialistas, y que en el campo gremial predominara el sindicalismo”[14]. Pero además de la variedad ideológica, el autor señala que de hecho la cultura popular esta sufriendo una madures particular en que “la literatura de raigambre socialista o anarquista conserva, aunque sea en forma muy matizada, una imagen clasista de la sociedad, sus problemas y conflictos, y se dirige en su discurso a los trabajadores. La experiencia de las practicas en las sociedades barriales es diferente: los movimientos vecinales, el fomentismo y demás surgen de la acción conjunta de de sectores heterogéneos que sin embargo construyen en la tarea común un fuerte vinculo solidario. Esta práctica espontánea quizá encuentre un cierto ámbito de reconocimiento en aquella literatura en la que al sensibilidad de los problemas de la sociedad no esta unida por un vinculo, aunque sea mediato, con al noción de lucha de clases”[15]. Esta es la década en que el anarquismo tiene que enfrentar una época de fuertes cambios.
Dos enfoques de análisis.
Plantea Matsushita son varias las razones que producen al transición del anarquismo al sindicalismo, en primer lugar la forma compleja de las relaciones de producción, es decir el paso de los artesanos a loa proletarios no logra ser asumido en las formas de lucha de los Libertarios. Segundo es evidente que la creciente acción policial en contra de los anarquistas ha hecho que sus fuerzas se debiliten, haciendo de la criminalización de este sector político uno de los más efectivos mecanismos para su control, frente a esto plantea que “la persecución gubernamental así entablada sirvió para frenar el desarrollo del anarquismo y reducir su fuerza. A ello debe agregarse que la ley electoral de 1912 elimino en buena medida la marginalidad de los obreros nativos, lo cual incidió también en al decadencia del anarquismo, así como el paulatino desarrollo industrial”[16]. Esto explicaría en parte la disminución de los asociados anarquistas en 1920.
En un tercer momento encontramos que el autor plantea que la diferencia en la efectividad de las luchas hizo que los anarquistas quedaran rezagados, por que desde la década de los veintes y en adelante “el gobierno radical al promover el dialogo con los sindicalistas para restarle fuerza al Partido Socialista dentro del movimiento obrero, colocaba en condiciones mas favorables al sindicalismo que al socialismo como alternativa al anarquismo” además de “la perdida del contenido filosófico del sindicalismo en la Argentina, convirtiéndose en un dogma mas fácil de aceptar desde el punto de vista obrero, que no exigía definiciones ideológicas precisas” [17].
Pero la decadencia de la presencia anarquista no solo la plantea el autor en este momento; identifica como el anarquismo actúa de forma políticamente obtusa durante la década de los 20 generando una política de aislacionismo frente a la creciente organización obrera en diferentes centrales, en especial con la formación de la CGT. Este aislacionismo el autor lo justifica por que los anarquistas “suponían que la unida se realizaría en base al principio sindicalista de la prescindencia política, principio que ellos no aceptaban (…) por que según La Protesta, el gremialismo necesariamente tenia una faz política, y <<no puede haber un gremialismo prescindente o exento de valores políticos>>”[18]. Como lo plantea el autor, en vez de esta unidad lo que proponían los anarquistas era que “todos los obreros se incorporaran a las filas de la misma (FORA), y que <<todos los obreros que han anhelado un porvenir mas ventajoso de libertad política e igualdad económica, se organizan y luchan, tienen en la FORA a un punto de apoyo, un medio poderoso>>”[19]. Esta condición que denomina como sectaria el autor, es la causa final del alejamiento de los sectores anarquistas de las grandes centrales obreras.
En una mirada diferentes, de tono mas militantes, se encuentra la postura de Fernando López Trujillo, para quien el movimiento anarquista no desaparece sino que sufre una variación de sus formas organizativas, esto por supuesto, sin querer decir que mantenga la misma fuerza y capacidad organizativa y de movilización que el caracterizo en las primeras décadas del siglo. Fernando plantea que el golpe de estado y la dictadura militar en los treintas trajo consigo un nivel de represión al punto que trajo consigo el ingreso a la cárcel de muchos de los militantes. En esas discusiones tras las rejas se da la primera apertura de la clásica postura del anarquismo de organización por oficios en lo obrero, a la organización por ramos de industria. Esta discusión es fundamental por que plantea la vigencia del accionar de la FORA, que defiende la primera postura en lo obrero, y dejando entender por que algunos anarquistas deciden integrar la USA como una posibilidad de construir la federación sindical de industria. Así mismo quedan consignadas en las discusiones en ésta cárcel la intención de generar un “acuerdo organizativo de más largo aliento”[20], que se materialice mas que en un grupo, en una federación. Este nuevo ambiente llevo a la constitución de nuevas formas organizativas en congresos como en Rosario en el 32.
Parte de esta coordinación generara la Regional de Relaciones Anarquistas (CRRA) y sus respectivas expresiones coordinativas locales, que serán la referencia inicial de lo que seria después en el 35 la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA). Pero la organización no solo se plantea en cuestión de las afinidades, también hay intentos de proyección gremial, en intentos como la Comisión Obrera de Relaciones Sindicales (CORS), cuando al mismo tiempo se apoya la reconstrucción de la FORA a pesar de su ilegalización y practica disolución en el 32.
Con el nacimiento de la FACA se tiene un “mínimo de 700 a 1000 miembros activos, sin considerar su periferia y sus fuertes de inserción”[21] que se organiza como una agrupación de grupos de afinidad con fines revolucionarios que una vez constituida tendrá que enfrentar la coyuntura de enero del 36, la huelga general, que tiene como antecedente el largo conflicto del gremio de constructores, de carácter industrial, donde la FACA tiene militantes y del cual ha logrado gran influencia. El otro gran plano de participación anarquista serán los comités de apoyo al pueblo español en el 36 en especial coordinadas a través de la Solidaridad Internacional Antifascista, organización de la que fue parte la federación.
Como conclusión el autor plantea que “entre el año 1935 y la mitad de los años ´40, la Federación Anarco Comunista Argentina fue la organización específica del movimiento anarquista argentino, uno de los mas importantes de esta corriente a nivel internacional y sin duda una de las fuerzas de izquierda mas vigorosa del primer cuarto del siglo XX. Aun cuando este movimiento sufriera en la segunda mitad de los años ´20 una considerable perdida de influencia, como consecuencia de la represión gubernamental, y de las propias disensiones internas, el golpe del ´30 lo encuentra diseminado en toda la extensión del país, y aunque atomizado cuenta todavía con una militancia numerosa y con una considerable influencia en los medios obreros y populares. Lastimado, maltrecho, tiene sin embargo entonces, una implantación en todo el territorio nacional. Esta misma inserción., esa movilidad territorial, es la que permite que muchos militantes escapen a la represión proveyendo cuadros a la nueva organización que surge tras su terremoto”[22] (221).
Estas dos posturas demuestran tal vez de buena forma las dos corrientes principales de interpretación del papel del anarquismo en Argentina en el pasado peronista. Por una parte esta la lectura más institucionalizada que esta consolidada como la postura historiográfica por excelencia, que es ver al anarquismo simplemente como una fuerza que tubo su momento de actuación en las décadas iniciales del siglo pero que en la paulatina llegada de las décadas del 20 y del 30 fueron desapareciendo de la escena en la medida que otras fuerzas políticas (el socialismo, el sindicalismo, el comunismo y finalmente el peronismo) fueron tomando su lugar y ganando la hegemonía entre los obreros de la que eran antes poseedores.
La segunda postura, mucho más cercana a una historia hecha por los mismo anarquistas, lo que plantea, en abierta discusión con posturas como la de Masushita, es la necesidad de entender al anarquismo en un momento de reflujo y renacimiento dentro del movimiento social y el obrero. Para estos, el anarquismo no desaparece de un momento a otro de la escena, aunque si vive un momento difícil, esta ves coincidiendo en parte con el japonés, gracias a la represión y persecución que vienen siendo victimas en especial en al década de los treintas.
A modo de Conclusión
Según lo que se ha tratado de mostrar en este ensayo, la década de los treintas significa para el movimiento anarquista un época de problemas no solo por la persecución y casi desaparición por medio de la amenaza autoritaria, sino el reto de estar viviendo en una sociedad en transformación que imprimió a los militantes libertarios discusiones que no habían tenido por décadas, y que les planteaban no solo reestructurar su discurso, sino también sus formas de acción.
Esta represión generalizada hizo que en el momento del ascenso del golpe militar en el 43 y el posterior ascenso del coronel perón buena parte de las fuerzas políticas estuvieran no solo ilegalizadas sino clandestinizadas por el bien de su misma sobre vivencia. Este debió ser el caso también de los anarquistas, quienes estaban, como lo muestra el profesor Trujillo, en un momento e reformulación de sus tácticas y sus formas de expresión organizativa, pero allí estaban. Prueba de este argumento lo vemos reflejado en las palabras de Lobato sobre la comunidad de Berisso, quien afirma que en vísperas del golpe del 43 “el anarquismo a pesar de que su influencia se había debilitado enormemente , tenia algunos militantes en gremios como el Anglo Siabasa; incluso desde la secretaria de Trabajo y previsión se le dio un poco de aire como a otras fuerzas opositoras para estimular la oposición” [23]; de hecho la autora nos recuerda que uno de los que iban a ser dirigentes de los frigoríficos en época peronista recuerda su “pasado militante en torno del anarquismo”[24].
Es importante notar como plantea Trujillo que el movimiento anarquista pasa por una transición en este momento en que pasa de la organización por oficios a la de ramos industriales, permite ver por que el referente anterior de los anarquistas prácticamente desaparece (la FORA), pero los nuevos postulados llevan a buscar en la organización intersindical nuevas oportunidades de acción. Es por esto que es importante para la historiografía en general destacar las palabras del profesor en cuanto a la presencia de anarquistas en la USA y de la CORS, cosa que el mismo señala no existe en textos como el de Matsushita[25] .
Pero si bien esto puede estar en su lugar de verdad, es necesario matizar estas afirmaciones en al medida que el anarquismo estaba profundamente golpeado, y hasta este momento esta retomando fuerzas para reconstituir su fuerza social y política[26]. Esto puede explicar en parte por que las pocas iniciativas de algunas anarquistas de no aceptar ni el golpe militar ni la subida de Perón no tuvieron su efecto, y si mas bien a los anarquistas les toco jugar en las organizaciones en las que tenían incidencia soportando la adhesión de los obreros a esta nueva dictadura que naciendo de su esencia militar cada ves se quería mostrar mas como una expresión civil. Pero al final el paternalismo sea civil o militar, termina siendo una dictadura que utiliza el autoritarismo emanado del carisma para coartar la libertad de las mayorías.
Pero esta última afirmación solo podrá ser comprobada historiográficamente con un análisis del anarquismo en la época peronismo, mientras tanto podemos si decir que a pesar de que el anarquismo no tenia fuerza en el momento del ascenso del coronel, si existía, de forma disminuida, pero analizan criticando y proponiendo salidas a un país, que como el resto de Latinoamérica, en ese momento no permitía que los hombres decidieran por si mismos, no les entregaba el fruto de su trabajo, no les respetaba su opción religiosa o sexual. Ahí estaba el anarquismo, proponiendo un mundo diferente, en contra de cualquier tipo de dictaduras, así fuera la del mismísimo San Perón.


[1] Oved Iaacov; El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina; Siglo XXI; 19 y ss
[2] Ídem, 66 yss
[3] Ídem 355 y ss
[5] Santillán, Diego Abad de; La Federación Obrera Regional Argentina, Ideología y trayectoria; editada en : http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/fora/caratula.html; y también López, Antonio; La Fora en el movimiento obrero; Tupac Ediciones, Buenos Aires; 1998.
[6] Santillan, Op Cit. http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/fora/16.html
[7] Interesantes en especial los trabajos de Osvaldo Bayer "Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia" (reedición). Editorial Planeta, Buenos Aires, (1998), y "Los anarquistas expropiadores y otros ensayos". Ensayo. Osvaldo Bayer, Editorial Galerna, Buenos Aires, (1975).
[8]Mc Guire, James; Peronism whitout Peron, Unions, parties and Democracy in Argentina; Stanford University Press; California; 1997; pg 47
[9] Bethell Leslie, Argentina since Independence; Cambridge University Press; Cambridge; 1998; p 178
[10] Ídem 187
[11] Lobato, Mirta Zaida; La Vida en las Fabricas, trabajo protesta y política en una comunidad obrera, Berilo; Prometeo Libros; Buenos Aires; 2001. p205
[12] Ìdem p210
[13] Ídem 220
[14] Romero, Luis Alberto; Buenos Aires en la entreguerra: Libros baratos y cultura en los sectores populares; en Mundo Urbano y cultura popular, estudios de historia Social Argentina; editorial Suramericana; Buenos Aires 1990; p43
[15] Ídem p64
[16] Matsushita, Hiroshi; Movimiento Obrero Argentino, 1930-1945. Sus proyecciones en los orígenes del Peronismo; Ediciones Siglo XX; Buenos Aires; 1983; pg 26
[17] Ídem pg 34
[18] Ídem p 56
[19] Ídem
[20] López Trujillo, Fernando; Vidas en rojo y Negro, una historia del Anarquismo en la “Década Infame”; Letra Libre; La Plata; 2005; pg53
[21] Ídem p 124
[22] Ídem 221
[23] Lobato Op Cit; P236
[24] Ídem 246.
[25] Lopez Trujillo, Op Cit; p 210.
[26] Fuerza que nuevamente se evidenciara, no en la misma dimensión que en el principio de siglo, en los setentas, ver:

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